domingo, 20 de diciembre de 2015

Clase de desarrollo infantil del Hospital Garrahan

Clase de desarrollo del curso de "Neurodesarrollo  en niños y niñas con antecedentes de



 prematurez" que dictó 



este año el Hospital Garrahan. a través de su campus virtual.




El concepto de desarrollo es muy importante en nuestra formación y en nuestra práctica 



profesional.. 




lunes, 3 de noviembre de 2014

LA ESCUELA COMO MÁQUINA DE ENFERMAR


Si el pensamiento del niño no se vuelve lógico (lo cual le permite la construcción de algoritmos como la suma, la resta y la multiplicación, para empezar) hasta los siete u ocho años y está demostrado que no existe ningún beneficio en la enseñanza prematura, es necesario preguntarse por qué quienes están a cargo de los programas de estudio no consideran retrasar la enseñanza de contenidos que deben ser construidos a través del pensamiento reflexivo y que no pueden enseñarse como una técnica. Esta práctica lo único que hace es producir enfermedad bajo el nombre de “trastornos” donde debería existir un espacio de juego y experimentación.




Patricia Guarino
Psicopedagoga

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domingo, 24 de febrero de 2013

APOYO ESCOLAR PSICOPEDAGÓGICO: REFLEXIONES SOBRE UN CASO EN PARTICULAR

¿Quién es Zaira?

 Zaira es una niña de ocho años  a la que  le gusta aprender,   que dice que le gusta la escuela "porque aprende muchas cosas", es inquieta, curiosa, perceptiva. Tiene dificultades en la marcha, tiene un andar inseguro, oscilante.


Su discurso es algo desorganizado con una fonética complicada. Pero sería más justo contar lo que sí puede hacer esta niña:  por ejemplo, que puede hablar en primera persona: puede decir "me gusta tal cosa o tal otra". Puede jugar,   es decir que tiene capacidad de juego, puede utlizar juguetes, como por ejemplo una muñeca Barbie, que me trae a su clase de apoyo escolar. Es decir, tiene constituído el juguete como significante.
Puede contar, pero no puede abstraerse de lo concreto, su pensamiento, no parece conducirse hacia la lógica operatoria, siendo de naturaleza  intuitiva, fundamentalmente.  No tiene noción de número, su comprensión parece limitarse a lo perceptivo, no tiene permanencia de cantidad.
Demuestra un oscuro hastío hacia las tareas escolares. El brillo de sus ojos desaparece y  su expresión cambia cuando se le demanda leer o escribir. No obstante puede leer y puede reconocer las palabras en un texto, siempre que sea en imprenta, auque no creo que pueda comprender lo que lee (sólo la ví una vez hasta ahora). Lo que más se le complica es "traducir" su oralidad  en la hoja de su cuaderno. No tiene problemas con las convenciones de la puesta en página, puede respetar un renglón, como asi también la proporción de los grafemas.  Lo que no puede es separar las palabras entre sí, porque no entiende donde termina una palabra y donde comienza otra. ¿Por qué? Acaso hay alguna relación entre  su dificultad que le impide  movilizarse como una niña de su edad y su deficiente dominio del aparato fonador? ¿Acaso padece un problema de motricidad gruesa por un lado y de coordinación fonética por el otro? ¿Y que relación existe entre las dos?
¿Se vería beneficiada con una terapia de psicomotricidad? ¿Sería ético agregar a su agenda de psicopedagoga, fonoaudióloga y maestra particular a alguien más?
En cuanto a sus características generales, se puede decir que Zaira parece ser consciente, al menos parcialmente, de lo que puede y no puede hacer, de lo que le gusta, de lo que no le gusta, de cuáles son objetos personales, entre otras cuestiones.
Es empática, se comunica, al menos conmigo, en un estilo afectuoso, auque su discurso está obstruído por sílabas difíciles, lagunas en las que se pierde y de las que les cuesta volver.
....Podría seguir hablando de ella, pero todo esto no significaría mucho si no dijera algo que puede interpretarse tal vez como una  locura, pero que es parte de la intimidad de esta niña, y que habla, posiblemente,  de cómo se ha construído hasta ahora su psiquismo.

Zaira no puede separar las palabras entre sí, su escritura es un continuo, una metonimia eterna,  como tampoco puede separarse de su entorno, porque a los pocos minutos de mirar a mi perra, Morena, se dió cuenta de que tiene un problema en un oído y en una de sus patas. Se dió cuenta sin mirar, también que quería tomar agua y que no podía porque ésta ya no estaba lo limpia que debía estar.
¿Cómo lo supo? ¿Y cómo podría separar el continuo de palabras, que ella escucha de los labios de los adultos, si no puede recortar sus emociones, sus sensaciones, de los seres  con los que se comunica? ¿Hay algo de psicosis ahí? Sin embargo sus figuras humanas son completas.... ¿hay un yo ahí, pero precariamente constituído?
¿Se puede hablar aquí de un caso de fallas en la estructuración del narcisismo?, ¿de fallas  en la entrada de lo simbólico?
¿En qué trabajo psíquico se encuentra esta niña, por  qué trabajo  psíquico está tomado estos momentos?  ¿En qué etapa está en su constitución como sujeto?

¿Ha construído nociones  de tiempo y espacio? Por ejemplo no sabe si hoy fue a la escuela ni cuando fue su cumpleaños.
¿Puede historizar, organizar un pasado, un presente y un futuro  o está en un tiempo indiferenciado? ¿Ha podido ella armar su historia personal, se la han facilitado sus padres?

¿Qué  sabe ella  de sus orígenes?
El espacio que no deja entre palabras, ¿puede remitir a  un espacio personal donde no hay separaciones y todo aparece superpuesto?

¿Zaira escribe como habla? ¿O se puede pensar en que escribe como piensa y  que su pensar está muy ocupado en cuestiones que van más allá de los bordes de su cuerpo, que no debieran ocuparla, o mejor dicho que  realmente no ocupan el lugar físico de su cuerpo, sino el cuerpo de otros seres, pero  que se yuxtaponen a su propio espacio corporal ?
¿Cómo ha construído Zaira su esquema corporal?

¿Podré coordinar mi trabajo con el de su psicopedagoga?

¿Y podremos entendernos?

Por  último...¿ Zaira necesitara además de psicopedagoga y fonoaudióloga, también,"apoyo escolar"?











domingo, 13 de enero de 2013

APOYO ESCOLAR PRIMARIO. EXÁMENES. ORIENTACIÓN PSICOPEDAGÓGICA


Brindo apoyo escolar nivel primario, personalizado, para niños con y sin problemas de aprendizaje. Preparo para exámenes de recuperación de febrero. Cuando hay dificultades en la apropiación de contenidos escolares, trabajo partiendo del cuaderno de clase y el currículum escolar para después intentar construir un espacio de aprendizaje desde el intercambio personalizado con técnicas de juego, técnicas de actuación con espacios temáticos: "el kiosko", "mi diario", "pienso y escribo mi propia historieta". En ellos se trabajan los contenidos escolares desde un lugar de juego para que el niño construya su saber en forma progresiva. 
Cuento con asistencia psicopedagógica en caso de necesitar supervisión (servicio opcional, se cobra aparte).

Estoy en el barrio de Liniers, Ciudad de Buenos Aires.

Espero tus dudas y consultas.

Patricia
usuariosdelsur@yahoo.com.ar

APOYO ESCOLAR PSICOPEDAGÓGICO


¿Qué es el apoyo escolar? ¿Enseñar las tablas de multiplicar? ¿Practicar suma, resta, multiplicación y división? ¿Repetir los ejercicios mal resueltos de la carpeta escolar? Depende: a veces sí!

Considero, no obstante, cuando el niño llega con dificultades de aprendizaje, que un buen apoyo escolar debe tomar en cuenta el diseño curricular escolar, y el plan de enseñanza del docente, qué y cómo lo enseña, pero no debe reproducir el trabajo del docente, no debe copiar su tarea. 

Una posibilidad, en cambio, es intentar dar cuenta de cuál es la dificultad en una tarea en particular que el niño no puede resolver y desde allí, a partir de diseñar contenidos de menor complejidad, avanzar hacia los que propone la escuela. Es un posible camino hacia la posibilidad de un aprendizaje significativo.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

PARA ENTENDER LA POSMODERNIDAD




LA ESCUELA SECUNDARIA EN LA POSMODERNIDAD. SANCIONAR O CONSTRUIR LEGALIDAD EN LOS ADOLESCENTES









Introducción:
La escuela pública secundaria hoy, de la Ciudad de Buenos Aires (1), atraviesa muchas dificultades: entre ellas se encuentran el deficiente presupuesto educativo, la precaria situación docente, denunciada por las agrupaciones gremiales, y un recorte notorio de los contenidos escolares.  Por otro lado, los conflictos  sociales en general que afectan tanto a los  docentes como a los alumnos y a sus familias. No obstante, sigue siendo una institución que ocupa un espacio  privilegiado para plantearse el desafío de recomponer algo de la subjetividad herida de sus alumnos. En este contexto es necesario plantearse qué rol debería cumplir la escuela en relación a la constitución de legalidades en el proceso de construcción de  subjetividad de sus alumnos.

Un caso real y muchos interrogantes
Alan tiene dieciséis años y muchos problemas.  Cursa cuarto año en una escuela secundaria pública  del barrio de Floresta, ha sido convocado a tres citaciones del Consejo Escolar de Convivencia (CEC) (2) y ahora, cerca de la finalización del ciclo lectivo, ha recibido una sanción disciplinar como resultado de este proceso. La sanción, de cambiarlo de turno mañana a turno tarde, llegó, valga la redundancia, tarde,  porque por sugerencia, primero, con insistencia profesional después, y  finalmente con derivación  de la psicopedagoga (o consejera pedagógica como se la denomina) Alan ya había comenzado un tratamiento psicológico en el Hospital Público que le corresponde, según el Distrito Escolar al que pertenece la institución. Tratamiento que ahora deberá abandonar porque el servicio de atención psicológica del hospital  no tiene posibilidad de ubicarlo por la mañana. (En este sentido cabe recordar que la falta de turnos en los hospitales es una situación generalizada en la Ciudad de Buenos Aires y releva una política sostenida de desinversión en la salud pública).
 Hay un dato que confunde y desorienta a Alan: parece que el turno tarde es un espacio casi sin reglas: todo lo que está mal a la mañana es permitido a la tarde, como se hubiera dispuesto que con estos sujetos ya no quedara nada por hacer. Además, según los alumnos “no enseñan casi nada, todavía menos que a la mañana” De esta manera, no solamente siente el malestar de la sanción  (que llegó tarde, porque su conducta ya  no representaba un problema para la escuela) sino que además fue arrojado a una especie de “ghetto de marginales”.
La pregunta es si la escuela pública, en una sociedad, en una época definida como posmoderna,    está en condiciones de lograr establecer una legalidad que imponga un contexto de respeto en la convivencia escolar. Y de hacerlo de una manera que resguarde la subjetividad   de los alumnos que tiene como obligación educar.  Si tiene las herramientas como para hacerlo, si es acompañada por la comunidad educativa en particular y por el Estado en general,   y si estas herramientas, de tenerlas, son eficaces y para qué.
En este sentido Obiols plantea que hoy se vive en un “mundo al revés”. “Los adolescentes carecen de reglas de autopaternalización”, los adultos se identifican con sus hijos adolescentes y se abstienen de educar a sus hijos. “Ya no hay adultos  y si no hay adultos, tampoco hay niños”. (3)
Es en este contexto es  que la escuela tiene el desafío de construir legalidades, recomponer la subjetividad, en primer lugar, la escuela como sujeto social debe mirarse a sí misma y re-pensar que rol quiere cumplir en la sociedad, para luego pensar en cómo es el sujeto que asiste a ella.
En el caso que me convoca, nos encontramos con un adolescente que ha perdido a sus referentes familiares en un sentido simbólico. Un padre muy ocupado con su “nueva novia” y una madre imposibilitada por muchas razones de asumir un rol adulto. La escuela con su red de pares y docentes comprometidos es el único entramado simbólico capaz de sostener una coherencia argumental en su vida. En este sentido, Silvia Bleichmar plantea que es imposible recomponer la subjetividad del otro si primero no recomponemos nuestra propia subjetividad y por ello que para recomponer la subjetividad  del adolescente primero también es necesario recomponer la legalidad del  docente,  de la familia, asumir, si es posible, asimismo, la re-ciudadanización de los padres. Cabe pensar qué posibilidades tiene la psicopedagogía para trabajar en  estas cuestiones.  Que puede decir del rol docente en la actualidad, que preguntas puede plantearse en relación a la familia en un contexto de posmodernidad, con qué estrategias cuenta y por otro lado, como la institución escolar  acompaña y sostiene el esfuerzo de una profesional  (en este caso en particular la psicopedagoga) que trabajó durante meses con este adolescente en virtud de recomponer antes que nada la confianza en los adultos, primero, en la escuela después, y finalmente en un psicólogo con el que había establecido un buen rapport, al que ahora ya no podrá seguir visitando.
Otra tarea de la escuela, en tanto lugar de referencia, es construir en el imaginario del  del adolescente el futuro como posibilidad, en un mundo donde paradójicamente el ideal social no es convertirse en adulto sino en prolongar la adolescencia. No obstante como toda propuesta social, todo modelo puede cuestionarse.
Bleichmar, en este sentido, plantea que “toda cultura humana es la creación de realidades inexistentes” (4). Cabe entonces pensar en cómo la escuela puede volverse nuevamente, una institución eficaz para construir en sus alumnos la posibilidad de un futuro, que la escuela vuelva a ser garante del pasaje a una educación superior y con ella a un mundo con garantías de progreso. Es necesario dar cuenta en este sentido que muchos de los chicos que egresan hoy de la escuela pública, fracasan al ingresar al nivel superior  porque no cuentan con las herramientas conceptuales para transitar este pasaje. Esta situación es reconocida a nivel oficial.
Volviendo al caso de referencia, creo que este da cuenta de cómo la escuela se encuentra en una encrucijada: establecer la ley sin serlo del todo, habiendo perdido la capacidad de construir legalidades entre los alumnos. Legalidad que hace posible pensar en respetar al otro, pensar en el otro, cuidarlo, no dañarlo, internalizar la ética del respeto como norma de convivencia. O sea, si bien la escuela conserva su estructura formal, ha perdido sentido para quienes concurren a ella. Los docentes no se sienten convocados a enseñar tal vez porque deben limitarse a hacerlo con contenidos para los cuales no fueron llamados a  participar en su elaboración o porque no comparten o no entienden y porque sienten además que su trabajo se ha precarizado. Y alumnos, por otro lado, que sienten que no aprenden, que no les interesa lo que se les ofrece y que en general, están muy dañados subjetivamente como para que el aprendizaje resulte posible.
Considero de todas maneras que no todo está perdido. Que si existe un reclamo, aún, hacia la escuela, si Alan está decepcionado, enojado, es porque esperaba algo de ella.
El último día en su turno mañana, visitó a la asesora pedagógica y le dijo:  ”Al final, no sirvió para nada” haciendo referencia a las extensas charlas,  y los compromisos asumidos por Alan de buena conducta y de iniciar terapia. Pero sostengo, no obstante que si hay reclamo, hay esperanza. En algún momento ahí, hubo un adulto que al estar para escuchar, cumplió su rol. La demanda es la evidencia. Porque a sus padres, Alan los “comprende” sabe que son adultos demasiado débiles a los que intentará (después de insistir en provocar en vano alguna reacción adulta) no molestar, hacerse notar lo menos posible, volverse invisible para ellos, y de esa manera ser un conflicto menos.
En este sentido es necesario preguntarse por otro lado de qué manera ha transitado Alan su pasaje a una adolescencia donde sus padres no son sus referentes confiables, y ni siquiera, de acuerdo con Obiols, tampoco son sus pares. Son mucho menos que eso, seres débiles emocionalmente, sin lugar para un adolescente en problemas.
Winnicott, sobre este concepto aclara que “las figuras paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad,  si abdican, los adolescentes tienen que saltar a una falsa madurez y perder su máximo bien: la libertad para tener ideas y para actuar por impulso”. (5).  ¿Será Alan tal vez este el caso?
Es por ello que entiendo que no existe, volviendo al tema inicial, otra institución más que la Escuela para posibilitar la construcción de un sujeto autónomo, que posibilite  pensar en un futuro, que esté atenta a su rol de educar, así como también de sancionar si es necesario, y que pueda hacerlo en un marco de cuidado y de respeto, hacia su personal docente en primer lugar, y hacia la comunidad educativa después (alumnos, padres, etc).
Conclusiones
Lo que no queda claro es cuál es el rol que cumple la escuela en caso de conflictos que afectan la salud psíquica de sus alumnos, que a su vez afectan la convivencia escolar, como así también  en casos más graves, probablemente de violencia. Por un lado entendemos que tiene como obligación hacer uso de  su poder de sanción, legislando sobre lo que es posible y no es posible en un contexto social que tiene su particularidad. Quien sanciona educa. Por el otro lado, no queda claro qué busca la escuela (siempre me refiero a este caso) con su sanción: si educar o marginar. Porque finalmente, ¿el propósito no era lograr que Alan tuviera un espacio donde pudiera hablar y ser escuchado, donde des-anudara lentamente los conflictos de su vida que lo  llevaban a tener un comportamiento por momentos agresivo con sus compañeros? En este sentido el mejor rol posible de la institución podría haber sido acompañarlo en este proceso.
Pero finalmente Alan encontró una explicación: “me sacaron de encima, ahí estamos todos los que no nos quieren en la escuela”. Entonces finalmente, tal vez ante la impotencia y limitados recursos de una institución desbordada en sus prioridades, y esta vez, al menos, la escuela enseñó que la marginación social es un buen recurso a falta de otros mejores.
Vaya si enseña la escuela.

Patricia Guarino
guarinopatricia@ymail.com

Bibliografía:
G. Obiols Adolescencia, y S. Obiols  “Posmodernidad y Escuela secundaria” Kapeluz Editora, 2006
D. W. Winnicott, “Realidad y Juego”,   Cap. 11, Editorial  Gedisa. Buenos Aires, 1971.
Silvia Bleichmar. “Violencia social, violencia escolar” Editorial Noveduc. Buenos Aires, México, 2008


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 (1) Me refiero a la educación en la Ciudad de Buenos Aires porque el caso al que me voy a referir pertenece a esta jurisdicción.
(2) Consejo de Convivencia: es un órgano de participación y asesoramiento escolar integrado por  un representante del equipo directivo, del cuerpo de preceptores, de los alumnos, de los padres, etc. y miembros transitorios: compañeros del curso del alumno/s afectado/s, profesor tutor o profesor referente del curso, el docente implicado en la situación, etc.

(3) Obiols, Op. Cit., pag 31
(4) Bleichmar, Op, cit, P. 51
(5) Winnicott, Op. Cit.P.193
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